viernes, 15 de agosto de 2014

La reputación de su empresa es integridad, confianza, seguridad y admiración

Fernando A. Martínez
Director de Newlink Communications
fernando.martinez@newlink-group.com

Hablar de una buena reputación, es hablar de integridad y confianza, de seguridad y admiración, de sostenibilidad y coherencia, es hablar de un importante activo intangible para las empresas. Por el contrario, una mala reputación se refiere a indignidad y descrédito, incongruencia e insostenibilidad, es hablar de una imagen frágil.


Lo interesante es que la una buena o mala reputación dependen de los comportamientos, acciones y comunicaciones de la misma organización. Dice un proverbio  “Una onza de reputación, vale más que mil libras de oro”. Y es que ciertamente la reputación no se compra, se gana en base a un conjunto de esfuerzos que se construyen alrededor de las organizaciones para garantizarles su sostenibilidad a largo plazo.

Les invito a que nos preguntemos ¿Cuál es el valor que pudiera tener la reputación para su empresa? ¿Cómo agrega valor la reputación a la rentabilidad de su negocio? ¿Está consciente de cómo está la reputación de su empresa actualmente y del impacto que pudiera tener la misma para los resultados de su negocio en el corto y mediano plazo? Decía el gran Sócrates “el modo de obtener una buena reputación es procurar ser lo que se desea parecer”. Imaginemos que nos paramos frente a un espejo, la imagen que nos devuelve reflejará, si estoy bien vestido, peinado correctamente, combinado adecuadamente y un factor muy importante, si me siento saludable y transmito una imagen atractiva y firme frente a los demás.

Por qué hago esta analogía, porque hoy en día, muchos de ustedes, al igual que yo, hemos observado por diferentes vías la forma en que algunas empresas realizan grandes esfuerzos para transmitir hacia su entorno una imagen, inclusive de buen gusto, pero como dijo alguien hace varios siglos, se muestran como una fruta muy bonita por fuera, pero por dentro se encuentran en mal estado.

Palabra clave: acción
De igual forma podemos citar el caso de organizaciones que han sido víctimas de escándalos públicos a causa de su comportamiento ético, las cuales disponían de unas piezas muy elegantes que exhibían por toda la organización, una excelente definición de su “Visión, Misión y Valores”, pero eran sólo eso, piezas y mensajes cosméticos que no eran parte de su estilo de vida corporativa. En un mercado cada vez más competitivo, las empresas están llamadas constantemente a estar bien conscientes de lo que realmente desean ser, y a partir de ahí trabajar para transmitirlo adecuadamente.

Y volviendo al ejemplo del espejo, si además me visto correctamente, tengo un comportamiento coherente, me traerá como consecuencia o resultado el respeto, la credibilidad y la admiración de los demás, en otras palabras estaré recibiendo algunos elogios de mi entorno. Pero para lograr que nuestra buena reputación sea bien conocida, es preciso comunicarlo a las diferentes audiencias que impactamos.

La construcción de una reputación
Construir reputación, es un tema complejo, pues no se trata de hacer esfuerzos aislados para ganarse la admiración de ciertos grupos, se trata de identificar bien cuáles son mis audiencias clave, siendo el personal interno de la empresa la audiencia de primera fila, además de los accionistas, clientes, proveedores, comunidades, autoridades, grupos de opinión, entre otros, de manera que se pueda trabajar enfocado con estos grupos a través de un plan estratégico de comunicación integral para gestionar una imagen robusta y sostenible a largo plazo, la cual repercutirá en resultados tangibles para la organización.

Debido al gran valor que tiene la reputación para las empresas, se hace imprescindible que para su sostenimiento, los directivos estén dispuestos a tomar acciones que refuercen esa reputación. De ahí la importancia de que la reputación debe surgir de la esencia misma de la empresa, de sus valores, de sus principios y de su voluntad de permanencia en el mercado, ésta debe derivar en una identidad de la empresa que sea congruente y posteriormente se reflejará en una imagen corporativa que exprese esos principios y valores de manera atractiva para sus diferentes públicos.

 Toda empresa debe saber, qué tipo de empresa quiere ser, es decir, la forma en cómo ésta desea ser percibida. Conocer bien las características internas y evaluar las externas, las cuales deben coincidir para que la misma sea coherente y se convierta en un gran valor intangible a lo largo del tiempo.

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